El Corral de Serafín es una casa que esta junto al Patio del Carbón, estas casas se pueden unir o separar en la segunda planta, tiene dos puertas, si el grupo es numeroso se abren dichas puertas y se convierten en una sola casa con 5 dormitorios, 10 personas en cama y la posibilidad de 4 mas en sofá cama y supletorias. si vienen dos grupos distintos se cierran las puertas y se independizan totalmente una casa de la otra, no habiendo nada en común. A la casa se accede a través de un patio exterior muy soleado epecialmente en invierno, y en el que es agradable tomar el fresco en verano, la casa en la primera planta tiene la cocina, un aseo, un lavadero y salón con chimenea para el invierno. En la segunda planta hay dos dormitorios, uno con cama doble y el otro con dos camas individuales, con una capacidad de 4 personas pudiendo acojer a 2 personas mas en sofá cama del salón o supletorias, tambien dispone de un baño completo. En esta casa busqué la sencillez de la casa humilde de pueblo, casita pequeña pero parece que te abraza, los techos son de madera de palos redondos y abuhardillados al más puro estilo de la zona.
En 1998 pasando por la calle Santo Cristo ví a Serafín, hijo de Serafín “el Choto”,le pregunté si era verdad que vendían la casa y me contesto que sí ,le dije si podía verla, ya que me gusta muchísimo ver las casas viejas y me invitó a pasar. Estaba ya en muy malas condiciones, al salir por el otro extremo ,por el corralillo, le dije que yo quería esa casa y me dijo: pues mira a ver si nos entendemos y la compras, si tu me esperas
a ver si me dan en el banco el dinero yo la compro. En las escaleras del corral que suben al pajar hicimos el trato, trato a la antigua, con un apretón de manos, sin abogados, ni letra pequeña. Me sentí muy bien de pensar que dos hombres tenían palabra, como antes, cuando la palabra de un hombre era un contrato. Yo ya tenía en mente lo del turismo rural y eso hizo que me lanzara, la verdad es que me lance un poco a ciegas, pero totalmente convencido que esto funcionaría y que era de la pocas posibilidades que tenía mi pueblo de desarrollo, aprovechando lo bonito que era, el entorno , la situación inmejorable que tenía, a medio camino entre una ciudad como Granada y la costa, amparándonos en la falda de la Sierra.
Cuando pensé en la restauración
del Corralillo tenía muy claro mantener la forma de construcción tradicional. El muro de piedras del salón es el mismo que tenía la cuadra, los techos son de palos redondos, en los dormitorios además abuhardillados, de forma que la cuadra se convirtió en salón, el corral en cocina, el corral claro en patio, la marranera del cerdo en aseo, el pajar en dormitorio y la leñera en otro dormitorio.
A los hijos de Serafín les pedí permiso para ponerla a la casa el mismo nombre que tenía, y así nació el Corral de Serafín. Casa a la que le tengo mucho cariño por la ilusión que le puse y por el trabajo que me costó hacerla.